DESCODIFICADOR #QUEER
(En tributo al blog El Descodificador, de Javier Pérez
de Albéniz. @descodificador)
Diversidad sexual, dicen ONGs LGTB; diversidad afectivo-sexual, llenándose
la boca con ecos de inclusión. En este post obviaré links con ejemplos y
entidades, porque lo hacen prácticamente todas y no es preciso aquí señalar a
nadie con el dedo [bastarán búsquedas en google para confirmarlo]. Tampoco observo
su uso por parte de teoría académica externa al activismo LGTB.
Con diversidad sexual refieren,
en realidad, exactamente a lo mismo que LG(T)B (de ahí LGTBfobia,
por ejemplo en la Universidad
de Madrid). Ocurre de este modo una siniestra carencia de diversidad cuando
omiten e invisibilizan a otras sexualidades y afectos como: BDSM, asexualidad, poliamor,
swinger, bear, pansexualidad, demisexualidad, ecosexualidad, girlfags, fetiches…
así como la heterosexualidad y sexualidades normalizadas (¿acaso no forma parte
de nuestra diversidad?). Todo ello obviado, sarcásticamente, en nombre de la
diversidad. Aquí un
listado de diversas prácticas sexuales, para quien quiera hondar en ello.
Según análisis
del discurso queer, primero se normaliza el lenguaje sobre qué es
diversidad, después se escogen los sujetos políticos representativos de ésta;
sin embargo, estos sujetos implican prácticas normativas excluyentes,
legitimadas a partir de los intereses de la propia estructura política que los
constituye. Expresado de otro modo, como ya dije,
la llamada diversidad sexual es una
apropiación LGTB ilegítima y excluyente de la
diversidad: no sólo se permiten hablar en nombre de la diversidad sexual, sino que obvian al resto de diversidades con
ello.
Los medios
de comunicación y ciertas prácticas políticas legitiman a quiénes habla en
nombre de la diversidad sexual, fraternizando juntos y condescendientes en una normalización
vainilla de la
diversidad, desde cuyo pedestal acusar al resto de sexualidades por bizarras o
extrañas. ¿En tantas jornadas y encuentros LGTB, al nombrar la diversidad
sexual, cuándo hablan miembros (que no representantes) del resto de
diversidades?
Aclaro que, como activista queer, cobijado en el feminismo
cyborg, no reprendo al movimiento LGTB para sumirlo en vergüenza o
pasividad, sino para construir juntxs un uso de la palabra más preciso,
riguroso y objetivo; como medio para confrontar lo excluyente de las prácticas
de género y también como medio a una práctica científica más rigurosa.
Si un movimiento LGTB se sume en lo mainstrem y normativo, de bajo
nivel conceptual, ¿quién hará la crítica?: Es en este punto donde queer y LGTB se
confrontan.
Otro movimiento LGTB es posible.
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